(Momento actual)
Valencia, 19 de noviembre del 2012, 06:54
Dicen que la semilla del miedo no necesita estar en la
tierra para germinar, ni siquiera necesita la humedad. El miedo, el pánico o el
terror; según el nivel del estado, germina y se mantiene por sí solo.
Víctor y Eva habían pasado toda la noche en el túnel de
aquel parque. Apenas habían dormido y mucho menos descansado, pero creyeron que
ya era hora de salir y seguir. El ruido de los helicópteros había cesado, la
niebla no era tan espesa y por ella se podían ver los primeros rayos de luz de
un nuevo día.
Salieron del parque, y se dirigieron hacia la salida por la
que habían entrado unas horas antes. Pisaron la valla que Víctor había tirado
de una patada, y lo vieron. Ambos se quedaron blancos, se apretaron con más
fuerza de las manos, de las cuales no se habían soltado desde que salieron
corriendo la noche anterior, y continuaron, poco a poco, caminando hacia el
centro de la calle.
Vieron a lo lejos la cantidad de escombros y polvo que antes
formaban los edificios, una gran cantidad de cadáveres, decenas, unos
asesinados por las balas inciertas desde los helicópteros y otros por aquella
cosa. Era fácil adivinar cuales eran unos y cuales los otros, pues los que
habían muerto por las balas, se presentaban como cuerpos enteros; en cambio, el
resto, eran restos de cuerpos marcados por enormes colmillos.
No eran los únicos que había con vida en aquella calle. A
unos veinte metros se veía a una mujer africana, un poco más allá a un par de
jóvenes y por su derecha a un hombre de mediana edad.
-¡No, no, no!- comenzó a sollozar Eva mientras se agarraba
fuerte a la cintura de Víctor. -¡Eh! Tranquila Eva, estamos aquí, y poco a poco
se va a ir solucionando, de momento parece que todo ha pasado, ¿vale?- le dijo
Víctor a modo de consuelo no muy creíble.
-¡Eva! ¡Eva!- se comenzó a escuchar hacia mitad de la calle,
justo donde comenzaban los escombros, y Eva la reconoció. – ¿Carolina?, eh,
Carolina, estoy aquí- gritó mientras miraba en todas las direcciones,
intentando saber de dónde procedía la voz de su hermana. Entonces la vio, se
soltó de Víctor y comenzó la carrera hacía el encuentro con su hermana.
Ambas dos se abrazaron, se besaron y entre sollozos se
escuchó a Eva: -Sabía que te encontraría. He pasado mucho miedo. Víctor me ha
ayudado. Hemos estado escondidos allí-dijo señalando- y ahora hemos venido… y
¿has visto todos esos muertos?, Carolina ¿qué está pasando?, tengo miedo- y
acto seguido volvió a abrazar a su hermana.
Pasados unos minutos, y estando la situación más tranquila,
Eva presentó su hermana a Víctor: -Él es Víctor, me ha ayudado a buscarte y a
escondernos- le dijo Eva a su hermana mientras la llevaba a estirones de una
mano, para que saludase a Víctor. –Hola, encantado- le dijo Víctor mientras le
daba la mano a Carolina. –Hola, soy Carolina, la hermana mayor de Eva. Gracias
por haber cuidado de ella- le respondió Carolina. –Está bien, no ha sido nada,
que os parece si una vez hechas las presentaciones entre nosotros, vamos a reunirnos con el resto de personas e intentamos salir de todo
esto- dijo Víctor, ahora un poco más optimista con los rayos del sol
despuntando por encima de los edificios que quedaban en pie.
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